Martin Moreno / Sinembargo
Lo único que le faltaba a Enrique Peña Nieto, llegó: mancharse las manos de sangre, como Díaz Ordaz, tras ordenarse la represión armada – no encuentro otro término- contra maestros de la CNTE y simpatizantes en Oaxaca.
Peña lo volvió a hacer: cuando parece que ya nada de su gobierno nos sorprenderá – para mal o para bien-, tras los escándalos de corrupción en el entorno presidencial (Casa Blanca, casota de Videgaray, Grupo Higa y OHL), la manipulación y derrota con el caso Ayotzinapa, el fracaso de un gobierno en materia fiscal y económica, legalizar dosis de mariguana, y reconocimiento a uniones homosexuales, entre otros factores, hoy parecen decirnos desde Los Pinos: “esperen, que aún somos capaces de ser más incapaces”, y nos ofrecen, a México y al mundo, postales de barbarie, violencia máxima y terror desde Nochixtlán, un pequeño poblado oaxaqueño que, sin pie de foto, podría confundirse con Damasco.
Lo sucedido en Nochixtlán – 8 muertos y más de 100 heridos tras la batalla – no es otra cosa más que el indiscutible fracaso del arte de la política en la actual administración, y tiene nombres y responsables directos: Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong y Aurelio Nuño, tras no saber manejar un conflicto de alto riesgo – con tintes de guerrilla urbana-, llevarlo a un punto de ebullición máxima al rechazar los llamados para instalar una mesa de negociación sobre la Reforma Educativa, y conducirlo, finalmente, a niveles de alta violencia que hoy tienen al gobierno mexicano, ante el mundo, bajo una etiqueta: gobierno asesino.
Cierto: la CNTE no es fácil de lidiar. Pero hubo un momento clave en este drama: cuando sus dirigentes propusieron negociar abiertamente la reforma con el gobierno, entre finales de mayo y principios de junio. Ser escuchados respecto a que era imposible aplicar una reforma más de orden laboral que educativa y a rajatabla, sin deslindar modelos para diversas regiones (no es lo mismo educar en Nuevo León que en Oaxaca, Chiapas o Guerrero por sus diversidades naturales), y exigir se reconsiderara la evaluación a maestros bajo otros términos y formatos.