Los ‘‘juicios injustos’’
Nación ‘‘en juego’’
PGR de desconfiar
Julio Hernández López / Astillero
El factor militar es fundamental para definir el futuro de un país cuyas estructuras civiles de representación popular se han colapsado y en donde cada día crece el peligro de que las protestas sociales lleguen a desenlaces sangrientos. Garantes históricas de la continuidad del sistema político fatigosamente instalado para suplir al porfirista, las fuerzas armadas de México van corriendo, naturalmente, una suerte parecida a la de ese régimen con el que las cúpulas castrenses se han mimetizado en varios aspectos.
Justamente por la trascendencia de sus acciones, decisiones y palabras (palabras de mando, órdenes) es de gran importancia republicana que los mandos de soldados y marinos sean extremadamente prudentes, equilibrados y sensatos. Por pasmo e incapacidad política, los encargados civiles de la silla presidencial han preferido sostener una línea general de acechante tolerancia ante las protestas generadas por la desaparición de 43 estudiantes, sabedores esos erosionados gobernantes de las consecuencias tal vez insurreccionales que significaría una represión política más. Ese cálculo de supervivencia ha llevado a la administración peñista a permitir la diaria y masiva comisión de hechos de motivación política que conforme a la legalidad vigente serían constitutivos de delitos y por tanto merecerían la acción de los órganos estatales de contención y castigo, en primer lugar los civiles.