lunes, mayo 26, 2014

Botargas y hologramas


Termina etapa del Sub
¿Qué hará RafaSGuiV?
El ex todopoderoso Videgaray

Julio Hernández López / Astillero

Si por la palabra fue lo que fue, con la palabra se ha ido, o ha dicho que se va. Más que botarga, holograma o presunta creación mestiza a partir de sabios diseños indígenas, el hombre del pasamontañas y la pipa (entre otros elementos teatrales de vestuario) ha sido intermitente luminosidad mediática y juego de palabras andante bajo cuyos artificios ha podido avanzar un proyecto de (re)construcción colectiva distinta, contrastante y sugerente, si se tienen a la vista el desplome brutal del México institucional entero y, en particular, la multiplicación de los agravios y la marginación en contra de las (otras) comunidades indígenas de todo el país.

Marcos sale de escena negando a personaje y a actor, pregonando que todo ha sido una especie de sueño táctico. Asegura que él no es el que todo mundo ha asegurado que es, el profesor universitario de origen tamaulipeco, ni ha pasado en años recientes por los quebrantos de salud que en buena parte de los ámbitos regularmente bien informados se han dado por verdad sabida, incluso con pronósticos terminales. El desfalleciente subcomandante se da por muerto en términos escenográficos, sepultando los arreos que hasta ahora lo han acompañado y definido ante el público, pero deja abierta la puerta por si es necesario que otro personaje se plante en el agitado foro de manera sustitutiva.

Muere Marcos, pero nace la posibilidad personal de Rafael Sebastián Guillén Vicente. Ya no habrá más palabras ni apariciones del enmascarado textil, ni de Don Durito ni el Viejo Antonio, pero el siempre habilidoso subcomandante deja en su testamento mediático el dato de que ese tamaulipeco que habría ayudado a prestar su historial para dar sustento creíble a la botarga, al holograma, podría estar disponible más delante para fines periodísticos, literarios, históricos.

Así lo dijo Marcos, el publirrelacionista del eventual nuevo personaje (real, ya sin pasamontañas), RafaSGuiV: “Si quieren pueden entrevistarlo. Ahora vive en una comunidad, en…. Ah, no quiere que sepan dónde mero vive. No diremos nada más para que él, si así lo desea algún día, pueda contar la historia que vivió desde el 9 de febrero de 1995” (la fecha en que, según la narrativa marquiana, la historia del profe universitario tamaulipeco fue promovida desde algún lugar de las montañas del sureste para fortalecer el espejismo teatral del Sub). A fin de cuentas, RafaSGuiV sólo ha anunciado que por su voz ya no hablará la voz del EZLN, pero no ha asegurado que esa voz en sí misma vaya a dejar de hablar, aunque ahora lo hiciera por sí misma. Sólo se ha dicho que ha terminado la etapa de la botarga, el holograma, la compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravilloso, una maliciosa jugada del corazón indígena.

Pero más allá de la reinstalación, 20 años después, del mestizo Guillén Vicente, o de su recreación funeraria en Subcomandante Insurgente Galeano, el neozapatismo chiapaneco vive momentos de acoso múltiple por parte del neosalinismo peñista que busca la manera de deshacerse de esa anormalidad que no combina con los sueños de modernidad a remolque de Estados Unidos (como en 1994). Hay acoso paramilitar, ataques mortales (como el asesinato del profesor José Luis Solís López, llamado Galeano) y ofertas de Oportunidades por la vía de la contra Robles. Y el gobierno estatal chiapaneco a cargo de (es un decir) Manuel Velasco Coello está en aplicada búsqueda de rebasar las pésimas marcas alcanzadas por sus antecesores en estos 20 años, los que en su momento parecían haber logrado tan malos resultados (Robledo Rincón, Ruiz Ferro, Albores Guillén, Salazar Mendiguchía y el más reciente, Juan Sabines Guerrero).

De lo planteado por Marcos, tal vez lo más notable esté en el punto en que habló de los relevos verdaderamente importantes: El de clase: del origen clase mediero ilustrado, al de indígena campesino. El de raza: de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena. Y el más importante: el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba, a la creación del poder de abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los pueblos; de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres; de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia. Adiós, Marcos. ¿Quién y qué sigue?

Luis Videgaray parecía el operario principal de la campaña de un personaje mexiquense cuya imagen mercadotécnica careciera de sustancia intelectual. Se le consideraba el poder tras el trono, sin contrincante real en aquellos tiempos electorales, con el candidato insustancial siempre en busca del consejo, de la instrucción, del salvamento de quien luego, ya en el reparto de posiciones del nuevo gobierno, parecía avasallar a un ex gobernador hidalguense, Osorio Chong, que tampoco parecía dotado de extraordinarias luces políticas.

Todopoderoso secretario de hacienda, con frecuencia encargado de asuntos especiales que otros funcionarios no parecerían estar en condiciones de solucionar, Videgaray ha podido hacer su voluntad de manera contundente en los asuntos de su ámbito, así que durante el primer año de gobierno aplicó tantas restricciones al ejercicio presupuestal que provocó asfixia y estancamiento económico, todo lo cual presuntamente habría de cambiar con las nuevas disposiciones fiscales, con la accidentada reforma que no sólo no mejoró nada, sino que ha agudizado los problemas en lo que va de 2014.

El Banco de México y el Inegi, a pesar de estar bajo dominio de piezas con alineación a Los Pinos, dieron a conocer cifras que confirman el fracaso escandaloso del mencionado Videgaray, cuyas cuitas requirieron de apapachos como el del director de Pemex, Emilio Lozoya, quien habló de los éxitos obtenidos bajo el gran liderazgo del secretario de hacienda, y del presidente del PRI, quien consideró que Videgaray debe seguir en su puesto. ¡Hasta mañana!

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