EPN consigue empatar
Futbol y leyes secundarias
Brasil, por ejemplo
Julio Hernández López / Astillero
La cancha fue el patio central del Palacio Nacional. Los uniformes consistieron en trajes negros diseñados por Ermenegildo Zegna y corbatas de color verde. El anfitrión, presunto director técnico nacional, abanderó a la selección mexicana de balompié profesional, pronunció esforzados lugares comunes de competitividad deportiva (exhortos tácticos tan profundos como ningún jugador es tan bueno como todos juntos. Jueguen como equipo y ganen) y aprovechó a esos eventuales titanes de la próxima Copa del Mundo (eso es lo que espera México, que por amor a su país sus integrantes se conviertan en titanes para conquistar la victoria, les dijo, recordando palabras de una integrante de las Bayonetas de Puebla, campeonas infantiles de baloncesto) para acomodar el discurso oficial del nuevo México destinado a ganar (es momento de escribir una nueva historia, de lucha, de pasión y de triunfo; representan a una nueva generación de mexicanos, con confianza en sí mismos, jóvenes que asumen su responsabilidad, acostumbrados a triunfar frente a los mejores del mundo, oh, sí).
Al final, luego que los emocionados jugadores, encabezados por Miguel Herrera, el estrambótico entrenador con apodo de insecto hemíptero, le entregaron su camiseta con el número uno, el muy contento medio mexiquense (es decir, que juega en esa línea, ni adelante ni atrás, sino todo lo contrario) se declaró Totalmente verde. El júbilo del lic. Peña Nieto tiene motivos más que suficientes. La selección mexicana de futbol es uno de los negocios que maneja principalmente Televisa, como sublimación de ese batidillo de intereses en el que mediante un pacto de caballeros conviven el consorcio dirigido por Emilio Azcárraga Jean, el Grupo Azteca de Ricardo Salinas Pliego y ahora, con una porción creciente, la alianza formada por Carlos Slim y Jesús Martínez (León, Pachuca y Estudiantes Tecos, que podría ir a Zacatecas si el gobierno estatal ayuda lo suficiente).