Descifrar, nunca
No a elecciones
Mancera: vocero tóxico
Julio Hernández López / Astillero
No hay salidas a la vista. El dosificador gubernamental de la información trágica, Jesús Murillo Karam, ya hizo saber que hay muy pocas probabilidades, virtualmente nulas, de que se conozca la verdad forense de lo sucedido con 42 de los 43 normalistas rurales desaparecidos en Iguala. Lo hizo desde las mismas plataformas de poca credibilidad, virtualmente nula, que le han servido para ir desarrollando la versión oficial de los hechos.
Esta vez, el hidalguense aprovechó los resultados austriacos que ligan restos óseos y dentales con la identidad de uno de los estudiantes, en una diligencia técnica también tocada por la fundada desconfianza al saberse, por señalamiento del equipo argentino partícipe de ciertas investigaciones, que no hay constancia de que esos restos hubieran sido verdaderamente encontrados donde la PGR dijo haberlos hallado, pues en todo caso lo único verificado fue que tales partes estaban en una bolsa abierta. A partir de ello, el cansable funcionario emitió una especie de sentencia provisional en un programa de radio, al decir que hay varias evidencias, unas nuevas que confirman el hecho de que ahí había un grupo de estudiantes. Hay evidencias del suelo, de las llantas, las declaraciones mismas de los detenidos, que son las que nos dan las pistas del río, pero el número de los que ahí fueron sacrificados creo que no lo vamos a descifrar nunca.