Juniorismo incómodo
Tribalismo mexiquense
¿Profeco por Sedelec?
Julio Hernández López / Astillero
A sus problemas y desviaciones históricas, el nuevo PRI ha añadido el tribalismo mexiquense en la administración peñanietista. El conflicto no obedece solamente al natural desbalance respecto a la pluralidad nacional o al previsible favoritismo que genera en una estructura de trabajo el privilegiar a los oriundos o los relacionados con la tierra de quien está en la cúspide de la pirámide del poder, sino a la capacidad operativa de muchos de esos cuadros trasladados a la élite burocrática federal sólo por formar parte del paisanaje de la entidad sexenalmente triunfadora, sin experiencia ni capacidad o, en el caso de dinosaurios más o menos consagrados, con el exceso de vicios que acarrean. Es el amiguismo y el compadrazgo tradicionales en la política mexicana pero, en muchos casos mexiquenses actuales, también es la improvisación y el abuso, la fanfarronería regional y la presunta condición de intocables por empatía capilar alzada (es decir, por encopetamiento político).
La más reciente de esas pifias ha tenido como estrella a Andrea Benítez González, hija del procurador federal del consumidor, Humberto Benítez Treviño (HBT, @HumbertoBeniTre en Twitter), quien tuvo a bien movilizar a tres inspectores de la Profeco para que intentaran clausurar un restaurante de la capitalina colonia Roma, el Máximo Bistro, por un incidente relacionado con la ocupación de determinada mesa en ese establecimiento.