El pastorcillo Felipe Calderón ha vuelto a poner en riesgo a sus ovejas. No hay ya quien crea en sus alaridos y alharacas. Ha mentido tanto, ha engañado tanto, ha ocultado y distorsionado tantas verdades que su credibilidad y la de su fallida Administración están ya en el subsuelo. Si ahora mismo dijera, como lo ha hecho antes, que “la economía está blindada”, se nos cae la Bolsa y huyen los capitales “golondrinos”.
No es esta la primera ocasión. Ha engañado prometiendo empleos. Ha burlado a la sociedad mandando a los suyos a hablar de “catarritos” económicos, cuando la sociedad financiera mundial sufre severas pulmonías. Ha mentido con las cuentas alegres de su Seguro Popular. Ha simulado ante empresarios, trabajadores, ante toda la sociedad.
A lo largo de seis penosos años de ocupación de Los Pinos, el pastorcillo Calderón ha gritado ya más tres ocasiones que viene el lobo feroz. Al principio muchos le creyeron, pero al paso del tiempo ya lo ignoran.
Engañó al país con su guerra que Con la crisis de la epidemia que empezó siendo porcina y terminó empuercando las relaciones entre los mexicanos y las de México con el mundo.
Lastimosamente, su fallida Administración ha dado muestras de que su intención prioritaria ha sido la de sólo imponer su retorcida voluntad, utilizando incluso estrategias arteras para cuya realización se hace preciso tergiversar y falsear la verdad. Sería muy largo enumerar todos los casos que llevan a esa conclusión.