Luis Hernández Navarro
El verdadero informe de gobierno de Felipe Calderón no fue el que hizo llegar al Congreso de la Unión este 1º de septiembre, sino el que rindió ante embajadores, gobernadores y funcionarios del gobierno federal el pasado 19 de abril. Su sexenio, les confesó en un acto público, estuvo marcado por el sello del infortunio.
En esa fecha, ante el incremento de la la actividad volcánica de Don Goyo, el mandatario tuvo un arranque de sinceridad y compartió con el país su balance de su sexenio. Ya sólo falta –dijo– que haga erupción el volcán para completar el cuadro de calamidades que ha enfrentado mi administración, entre las que se encuentran: la peor crisis económica, la epidemia de influenza A/H1N1, inundaciones, sequías, por no citar desde luego la virulencia, la irracionalidad, la brutalidad de la delincuencia que afecta principalmente las actividades de comercio.
Y, aunque la lista omitió predecir la llegada a Los Pinos de Peña Nieto, no le falta razón al jefe del Ejecutivo al describir sus seis años de gobierno como un periodo marcado por la catástrofe. Sin embargo, sus palabras omiten que esa calamidad no fue hechura de la diosa fortuna, sino producto de su pecado de origen: la ilegitimidad de su mandato.
El verdadero informe de gobierno de Felipe Calderón no fue el que hizo llegar al Congreso de la Unión este 1º de septiembre, sino el que rindió ante embajadores, gobernadores y funcionarios del gobierno federal el pasado 19 de abril. Su sexenio, les confesó en un acto público, estuvo marcado por el sello del infortunio.
En esa fecha, ante el incremento de la la actividad volcánica de Don Goyo, el mandatario tuvo un arranque de sinceridad y compartió con el país su balance de su sexenio. Ya sólo falta –dijo– que haga erupción el volcán para completar el cuadro de calamidades que ha enfrentado mi administración, entre las que se encuentran: la peor crisis económica, la epidemia de influenza A/H1N1, inundaciones, sequías, por no citar desde luego la virulencia, la irracionalidad, la brutalidad de la delincuencia que afecta principalmente las actividades de comercio.
Y, aunque la lista omitió predecir la llegada a Los Pinos de Peña Nieto, no le falta razón al jefe del Ejecutivo al describir sus seis años de gobierno como un periodo marcado por la catástrofe. Sin embargo, sus palabras omiten que esa calamidad no fue hechura de la diosa fortuna, sino producto de su pecado de origen: la ilegitimidad de su mandato.