• Pleito por los saldos
• ¡Ármala en grande!
• Morena: expectativas
Julio Hernández López / Astillero
Como una demostración de que ciertas expresiones étnicamente discriminatorias pueden encontrar correspondencia en sus antípodas cromáticas, ha de decirse que los panistas viven una cena de oscuros desórdenes y apetitos al amparo de los blancos y los azules.
Cual corresponde al perfil tradicional de esa formación derechista donde la hipocresía puede esconder bajo la alfombra los enormes platos rotos (práctica, por lo demás, bastante usual en el resto de la clase política mexicana), anoche compartieron alimentos en Querétaro los virtuales nuevos legisladores federales panistas con quien todavía ejerce el poder ejecutivo, el exageradamente activo Felipe Calderón que desea apropiarse de la dirección formal del PAN, ejercida por Gustavo Madero (quien debería seguir allí hasta finales del año entrante, conforme a los términos en que fue electo el 4 de diciembre de 2010) y forzar la designación de coordinadores de bancadas en San Lázaro y el Senado (Ernesto Cordero, en esta cámara) que correspondan a sus intereses que ya de salida de Los Pinos se han concentrado en el ámbito partidista.
Las pretensiones caciquiles de las familias Calderón y Zavala, apoyadas por expresidentes nacionales del PAN impuestos o beneficiados política y presupuestalmente por Felipe (Germán Martínez y César Nava en el primer caso; Luis H. Álvarez y Luis Felipe Bravo Mena, en el segundo), han generado una natural reacción defensiva en el cuerpo nacional panista que cree inaceptable que la cúpula política que desde Los Pinos creó las condiciones para perder el poder y quedar en una situación política lastimosa intente ahora aparecer como presunta salvación de la misma desgracia por la que debería recibir juicio y castigo.
• ¡Ármala en grande!
• Morena: expectativas
Julio Hernández López / Astillero
Como una demostración de que ciertas expresiones étnicamente discriminatorias pueden encontrar correspondencia en sus antípodas cromáticas, ha de decirse que los panistas viven una cena de oscuros desórdenes y apetitos al amparo de los blancos y los azules.
Cual corresponde al perfil tradicional de esa formación derechista donde la hipocresía puede esconder bajo la alfombra los enormes platos rotos (práctica, por lo demás, bastante usual en el resto de la clase política mexicana), anoche compartieron alimentos en Querétaro los virtuales nuevos legisladores federales panistas con quien todavía ejerce el poder ejecutivo, el exageradamente activo Felipe Calderón que desea apropiarse de la dirección formal del PAN, ejercida por Gustavo Madero (quien debería seguir allí hasta finales del año entrante, conforme a los términos en que fue electo el 4 de diciembre de 2010) y forzar la designación de coordinadores de bancadas en San Lázaro y el Senado (Ernesto Cordero, en esta cámara) que correspondan a sus intereses que ya de salida de Los Pinos se han concentrado en el ámbito partidista.
Las pretensiones caciquiles de las familias Calderón y Zavala, apoyadas por expresidentes nacionales del PAN impuestos o beneficiados política y presupuestalmente por Felipe (Germán Martínez y César Nava en el primer caso; Luis H. Álvarez y Luis Felipe Bravo Mena, en el segundo), han generado una natural reacción defensiva en el cuerpo nacional panista que cree inaceptable que la cúpula política que desde Los Pinos creó las condiciones para perder el poder y quedar en una situación política lastimosa intente ahora aparecer como presunta salvación de la misma desgracia por la que debería recibir juicio y castigo.