domingo, febrero 01, 2009

Con el electoralismo la burguesía derrotó la lucha social

Pedro Echeverría V.

1. No tengo duda: la reforma política de 1977, puesta en práctica por Reyes Heroles (entonces secretario de Gobernación del sexenio de López Portillo) fue un duro golpe contra las luchas sociales de los trabajadores. Al ver el gobierno que el voto a las mujeres (1953), los diputados de partido (1962), el voto a los jóvenes a los 18 años de edad (1970) se habían desgastado y el abstencionismo crecía con posibilidad de ilegitimar los procesos electorales, en 1977 el gobierno ofreció legisladores, subsidios, tiempo en TV, etcétera, a más partidos de “izquierda” y derecha que se registraran legalmente.

2. Ni tardos ni perezosos todos corrieron a registrase y, al mismo tiempo, a someterse a las reglas que el gobierno impuso a cambio de privilegios. Todos aquellos partidos seguidores de la línea de la URSS o de China, así como los grupos que habían estado contra los procesos electorales, más temprano que tarde firmaron acuerdos e hicieron a un lado cualquier lucha social para dedicar todo su tiempo a la propaganda electoral. Toda aquella militancia heroica, desinteresada, gratuita, semiclandestina de los años 50, 60, 70, se vino abajo al pasar a primer plano la búsqueda de cargos y dinero.

3. Ahora, con el total ingreso del PRD al banquete a clase política, antes conformada por el PAN, el PRI y demás políticos empresariales, las esperanzas electorales de las personas honestas se derrumbaron. Los electores, en un 50 por ciento, seguirán sufragando por aquello de “ejercer un derecho”, pero ignoran totalmente los acuerdos secretos entre el gobierno y los partidos, así como entre políticos y empresarios. Sólo falta que los lópezobradoristas den un pequeño paso más hacia los corruptos acuerdos y negociaciones electoreras en busca de cargos “populares” para que ya no quede nada.

4. López Obrador ha recorrido el país quizá cuatro veces, haciendo mítines pueblo tras pueblo; sin duda es el político que mejor conoce el país de manera directa y quien más contacto personal ha tenido con el pueblo pobre de México. Pero eso en política de la democracia formal tendrá un valor secundario mientras los medios de información, el dinero y los partidos sigan dominando las decisiones políticas. Mientras Calderón con todo y fraude sigue dominando la Presidencia de la República y Jesús Ortega se ha apropiado del PRD, López Obrador en política está perdiendo fuerza y terreno.

5. Las campañas electorales y los comicios, apuntalados por miles de millones de pesos del presupuesto público, del dinero de particulares y del narcotráfico, obligan a pasar a segundo término los conflictos sociales. El 70 por ciento de la población mexicana vive en la pobreza y la miseria, en el desempleo y la desnutrición, pero en las campañas políticas parece olvidarse todo porque la enorme propaganda en los medios de información y en las calles, por la repartición de regalos en la compra de votos y por las esperanzas un tanto religiosas que renacen tras las promesas políticas.

6. La crisis económica mundial se ha iniciado y muy pocos pueden decir hasta dónde llegará. Es una gran crisis capitalista que permitirá concentrar más en unos cuantos las riquezas y profundizará la miseria en las grandes mayorías. Ésta se inició hace unos meses pero la miseria de la población lleva siglos por la explotación y la opresión de una minoría. Pero al parecer los circos, maromas y teatros electorales han resultado muy efectivos para que las burguesías desvíen el descontento que se expresa en las luchas sociales de los trabajadores. Es innegable la efectividad desvirtuadora.

7. No puedo negar ni esconder que me ubico dentro de la gran corriente del pesimismo acerca de los avances de las luchas sociales. Durante varias décadas, como observador y participante, he visto frente a mi a cientos, por no decir miles, de organizaciones, movimientos y batallas de los trabajadores muy valiosas, gloriosas y valientes, pero la mayoría de ellas reprimidas y desintegradas; todas han aportado enormes experiencias, pero la mayoría de ellas sólo han quedado como testimonios históricos escritos en libros, en las tumbas o para contar a los nietos. Entre tanto la burguesía sigue dominando.

8. ¿Cuántos miles de militantes que jóvenes prometieron “morir por la causa”, cientos de partidos que juraron ser “diferentes a los demás”, hemos visto luego pasar a formar parte del aparato de dominación tratando de justificar su nueva posición con un discurso? Pareciera que todos los partidos de izquierda están “destinados” a caminar hacia la derecha y que sus militantes siempre están dispuestos a correr tras cualquier cargo público que “recompense sus sacrificios”. La sociedad capitalista aprendió a poner tentaciones tramposas para los miles de “luchadores sociales” disfrazados.

9. Un siglo de revolución industrial y la gran revolución burguesa de 1789 en Francia coronaron a la burguesía después de ser oprimida durante diez largos siglos de monarquía y feudalismo. Desde entonces el nuevo poder burgués explotador, para asegurar su dominio minoritario sobre la gran masa de la población, se ha valido del poder de ejército, la policía, los tribunales, de la escuela, la iglesia, etcétera. Pero siempre, por encima de todo, del control de la política y la economía. La burguesía inventó la democracia electoral y sus normas legales, para servirse de ella.

10. Sin duda la democracia, frente a los gobiernos monárquicos e imperiales, fue mucha más avanzada y justa porque ofrecía una mayor participación de la población en las decisiones de gobierno; sin embargo, por haber sido creada por la misma clase política dominante (siempre atenta por conservar por encima de todo su poder) la democracia tuvo que organizarse con una legislación que asegurara el poder de la misma clase dominante. La llamada democracia griega fue siempre la dominación de los esclavistas contra un pueblo sin derechos y la democracia occidental ha sido más de lo mismo.

11. Si López Obrador sucumbe en el juego de los partidos, las elecciones y todo lo que se ha conocido como la legalidad burguesa (la reglamentada por las leyes hechas por el poder) las esperanzas electorales para un gran sector de gente honesta se vendrán abajo. Sin embargo, si AMLO sigue en el juego, el velo que cubría esa democracia burguesa se vendrá abajo y quizá ayude a resurgir la lucha social de los trabajadores sin esperanzas electorales. Eso nos haría pensar que “no hay mal que no venga a ayudar al bien. Espero que la izquierda honesta se coloque a la altura de sus retos.

Pereza

Enrique López Aguilar/ La Jornada Semanal

Una persona perezosa es un reloj sin agujas:
inútil si anda o si está parado
William Cowper

Los pensadores medievales consideraban que la tristitia, fruto de la melancolía, era pecaminosa por su capacidad de prohijar incontables desviaciones humanas. Si bien es cierto que la melancolía supone un grado de meditación y abstraimiento donde se cuece una actividad interior, estuvo asociada desde la Antigüedad con el apasionamiento, es decir, con el pathos: se trataba de un padecimiento del que no podía defenderse el melancólico. A la tristitia, en cambio, se le atribuía un origen amoroso: el abandono del enamorado, su añoranza del ser amado y el pasmo que se considera propio de quienes viven una pasión erótica, daba como resultado un alejamiento de lo que Juan Ruiz llamó el buen amor, el dirigido a Dios. La consecuencia de esa tristeza era la colocación de todos los pensamientos en la persona amada, con total abandono de los asuntos cotidianos, pues uno de sus sinuosos caminos llevaba a deificar a un ser humano. No hace falta decir que, además de melancólica, la tristitia era hija del mal amor. En ese sentido, casi como el pecado capital de la pereza, era considerada infractora del orden del cosmos no por acción (la lujuria y la gula serían pecados activos) sino por omisión.

Aceptando que una consecuencia de la tristeza es que quien la padece se vuelve un ser omiso, en la lectura medieval existiría, por lo menos, una causa que la justifica: el amor apasionado (correspondido, o no) hacia otra persona. La pereza es harina de otro costal. Para el pensador español, Fernando Savater, “la pereza es la falta de estímulo, de deseo, de voluntad para atender a lo necesario e incluso para realizar actividades creativas o de cualquier índole. Es una congelación de la voluntad, el abandono de nuestra condición de seres activos y emprendedores.” Vista así, la pereza es un abandono, una negligencia, una apatía donde se renuncia a los deberes personales, pues su manifestación se produce con el abandono de actividades que deberían hacerse: la “actuación” de la pereza se traduce en conductas irresponsables caracterizadas por el abandono.

Si el nombre moderno de la tristitia fuera depresión, ¿eso significa que una persona perezosa tendría justificada su zanganería con una explicación médica? Se sabe que una de las características de la depresión es la (relativa) inactividad de la persona que la padece, pero creo excesivo considerar que una persona que requiere terapia o medicamentos para vencer su estado depresivo deba ser considerada perezosa, pues una de las condiciones de la pereza parece ser la decisión de dejar de estar donde están los otros: hay deprimidos que alcanzan a pedir ayuda para resolver su situación; el perezoso prefiere estar donde está pues, como afirmó Jules Renard, “ la pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado”.

Uno de los puertos modernos de la pereza es la relación adictiva con la computadora, particularmente con internet y las curiosas variantes dizque de acercamiento personal conocidas como “parloteo”, es decir, como chat. La adicción que menciono ya ha sido tipificada como un padecimiento psicológico y confío en que pronto pueda ser vista en las legislaciones correspondientes. He conocido el caso de un hombre que, en medio de una reunión, se despedía nerviosamente a cierta hora, pues “tenía cita en el chat con una amiga de India”, con quien pensaba casarse. Conozco otro más grave: el de una mujer que, tiempo después de haber dado a luz, dejó en manos de su hija mayor y de una nana el cuidado del recién nacido; en las de su esposo, la proveeduría y la administración de la casa, y la atención de los dos hijos; en las de todos, sus propios deberes. Su desidia la hizo perder relación laboral con la escuela donde trabajaba. Comenzó a divagar en distintos proyectos con tal de no concluir con una tesis de la que le faltaban diez páginas; dormía de manera esporádica para chatear, lo cual le producía un sueño de pocas horas pero de muchas ocasiones, distribuidas durante noche y día; dejó de relacionarse con su entorno personal, aunque se encontraba “muy comunicada con el mundo” y “con mucho trabajo”. Al cabo de tantas horas frente a la computadora, descubrió una variante de la pereza. Dejó “a todos los suyos” antes de irse para siempre y sus familiares piensan que, tal vez, ella pudo haberse metido dentro de la computadora para volverse un ser cibernético. ¿Habrá forma de sacarla de ahí?

Concluyo con un recuerdo del catecismo: “contra pereza, diligencia”.

alapiz@hotmail.com